BIOGRAFÍA DE “ABRAHAM
ZEA CARREÓN”
Una hermosa mañana del día 9 de
octubre del año 1939, en la histórica villa de Pucará nace el niño Abraham, de
ojos verdes color esmeralda. Sus padres Antonio Zea Bustinza y Matilde Carreón,
fieles a las enseñanzas cristianas le inculcaron el amor y respeto por el
divino creador y la virgen María.
Pasajes de una niñez amante del
estudio, del esfuerzo en la adversidad demostrando puntualidad, empeño y
respeto por la naturaleza y los seres humanos con los que compartió su vida
diaria.
Estudió en el colegio Particular
San Román de los padres franciscanos de la ciudad de Juliaca.
Siendo el 5to. de 9 hermanos de
una familia modesta. Muchas veces sufrió las desventajas por estudiar con niños
de buena situación económica.
En el curso de matemática era el
primero de su salón. Asistía temprano al colegio para enseñar a sus compañeros
los ejercicios que les dejaban porque a muchos no entendían ni les gustaba el
curso de matemática. Sentía alegría de compartir lo que sabía con los niños
pobres como él.
La educación secundaria lo
realizó en el colegio “San Román de Juliaca” en la que sólo enseñaban hasta el
3er.año de secundaria.
Su deporte favorito era el
“basketball”. Mantener el cuerpo con deporte, carrera, ciclismo, caminata,
danza, fortalece los músculos y
predispone a la mente a una mejor disposición positiva, optimista,
alegre.
El profesor Abraham Zea estuvo
casado con la Señora Dina Beatriz Peña, su compañera de toda la vida, tuvieron
dos hijos Abraham Antonio y Renzo
Marcel, en los que inculcó el amor a Dios, como fuente de toda sabiduría.
Reconocido como mártir del
Magisterio nacional, el profesor Zea fue victimado a media cuadra de la
anterior sede de la USE 01, en el Jirón Emilio Fernández, de Santa Beatriz,
cuando se disponía a iniciar una nueva
jornada de trabajo.
El 15 de julio de 1993 el
Ministerio de Educación del Perú confiere a Don Abraham Zea Carreón la
condecoración de la Palmas Magisteriales en el grado de MAESTRO en conformidad
con la ley N°24029 y el D.L.N°019-90-ED.
Por su comportamiento, su don de
gente, su caballerosidad y por su nivel profesional y cultural, por su
sencillez y humildad, dejará huellas profundas de enseñanza y de riquísimas
experiencias educativas en el lugar donde se desempeñó como maestro, padre y
amigo.
Don Abraham Zea Carreón, un
MAESTRO por convicción, como diría Mariátegui, convicto y confeso.